Para mantener la competitividad de la empresa, después de
que la pandemia por Coronavirus forzara a gran parte del mercado a detenerse,
es necesario valerse de toda estrategia que pueda significar una ventaja frente
a los competidores. Para las empresas pequeñas o recién iniciadas, la escasez
de recursos materiales y financieros puede representar una barrera que las pone
a merced de sus competidores mayores. Sin embargo,
un recurso intangible como la
fidelidad a la marca puede sembrarse desde el primer momento, la creación del
plan de negocios, y sus frutos acompañarán al emprendimiento a lo largo de su
trayectoria.
La fidelidad a la
marca se observa cuando “los consumidores compran […] a pesar de que existen
otros productos alternativos con precios inferiores o con características
superiores” (García, 2000). Esto nos indica que el consumidor puede
encontrar en nuestro producto un valor que no solo satisface una necesidad física
o psicológica, sino que calma una preocupación moral.
La ventaja de incorporar estrategias de responsabilidad
social en nuestro plan de negocio se generará solo cuando el cliente logre
observar nuestro aporte real a la solución del problema, es decir, que la
atención debe enfocarse en las operaciones tangibles de la empresa para atacar
problemas sociales con una perspectiva competitiva (Tharp & Chadhury, 2008). Entonces, cumplir
con la responsabilidad social no solo conlleva las buenas intenciones de la
empresa, sino que implica planificación y empleo de recursos que pueden
retrasar o contravenir el desenvolvimiento óptimo de la organización.
Implementar la responsabilidad social no será una proeza de
nuestra empresa, pues ya no se nos puede considerar como agentes económicos
desligados de la sociedad y advocados a nuestros inversionistas, sino que formamos
parte de un tejido social, económico y humano, y estamos en deuda, en cierta
medida, con cada grupo de interés con el que interactuamos (Palazzi & Starcher, 1998). Además, ya todo el
mercado es consciente de lo que una organización debe significar para su
comunidad. Es así que la responsabilidad social se convierte en un requisito
para competir con aquellos que se encuentren en el mayor nivel.
Para que la empresa obtenga la fidelidad del cliente y la
emplee como fuente de competitividad, debe introducir las estrategias de responsabilidad
social desde el inicio, de manera que plantee sus acciones alrededor de ellas y
no se vea en el apuro de adaptarlas cuando sus planes y presupuestos ya están
establecidos y puedan verse más gravemente afectados.
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